A fecha de hoy (18.12.12) @Pontifex ha publicado 7 tuits. La cuenta acumula más de dos millones de seguidores entre los ocho perfiles. No ha faltado el entusiasmo por las cifras, sea por los seguidores, entre los que me cuento, como por los retuits.
Admiro la sencillez de Benedicto XVI y su docilidad a los asesores de comunicación del Vaticano, pero como el tema es opinable me permito decir que este asunto de @Pontifex me parece un retroceso a concepciones instrumentalistas de los medios ya superadas por Juan Pablo II en Redemptoris Missio. Decía el número 37 de esta encíclica: No basta usarlos [los medios] para difundir el mensaje cristiano y el Magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta «nueva cultura» creada por la comunicación moderna. Es un problema complejo, ya que esta cultura nace, aun antes que de los contenidos, del hecho mismo de que existen nuevos modos de comunicar con nuevos lenguajes, nuevas técnicas, nuevos comportamientos sicológicos.
Los tuits de @Pontifex, por el momento, se limitan a difundir mini-prédicas: un saludo y tres pares de entradas pregunta-respuesta sobre fe y oración. ¿Debería el Papa interactuar, seguir por ejemplo al Dalái Lama, hacer enlaces o retuits? Sería estúpido. Sencillamente el personaje y el medio no casan. No es que me parezca que el Papa se expone en un medio que podría ser hostil –ese miedo ya lo espantó Jesucristo con su Encarnación-, es que simplemente me parece un modo muy poco profesional de gestionar la presencia institucional del Papa en la red. Esto no es integrar el mensaje en la cultura, es sencillamente usar un megáfono.
Dicho esto, reitero mi admiración por la sencillez de Benedicto XVI. A este Papa le sobra sabiduría para decir frases sencillas que condensan un sentido muy profundo. Por eso espero que este post esté equivocado y que los tuits de @Pontifex sirvan a muchos para vivir momentos de reflexión y de auténtica interrogación.